Llegar a conseguir superconductividad a temperatura ambiente es uno de los mayores sueños de la física.
Este descubrimiento podría dar lugar a una revolución tecnológica al proporcionar transporte eléctrico sin pérdidas de energía, motores o generadores eléctricos ultraeficientes, así como la posibilidad de crear enormes campos magnéticos sin necesidad de enfriamiento.
Los recientes descubrimientos de superconductividad, primero, a –73ºC en sulfuro de hidrógeno y, después, a -23ºC en un compuesto denominado LaH10 han demostrado que los compuestos de hidrógeno pueden ser superconductores de alta temperatura.
El problema es que ambos descubrimientos han sido realizados a altas presiones: la superconductividad solo se ha conseguido por encima de los 100 gigapascales, un millón de veces la presión atmosférica.
La temperatura de–23 °C obtenida en el LaH10 (la temperatura habitual a la que trabajan los congeladores domésticos), es la temperatura más alta en la cual se ha observado la superconductividad.
Todos estos avances han sido posibles gracias a los avances tecnológicos en el diseño de materiales, los cuales pueden ser simulados teóricamente con un ordenador. La posibilidad de observar la superconductividad de alta temperatura en el LaH10, un superhídruro formado por lantano e hidrógeno, fue predicha teóricamente en 2017.
Ahora bien, hasta ahora hemos visto que la superconductividad podría llegar a reducir las pérdidas de energía en el transporte de la electricidad que se produce generalmente a grandes distancias de los puntos en los que se necesita.
Pero, ¿realmente conseguiremos solucionar el problema de obtener materiales que sean conductores a temperatura ambiente?
De no ser así necesitaremos enfriar los materiales a muy bajas temperaturas y esto tiene un importante coste energético
Igualmente nos preguntamos, ¿las aplicaciones de la superconductividad van a ser tan importantes como para que nos compense el tiempo y el dinero que hemos invertido en su desarrollo?